¿Cómo conservar la harina en casa? ¿Y el café? ¿Dónde es mejor guardar las cebollas? Si lo pongo todo en la heladera, ¿se conservarán mejor los alimentos? En definitiva, ¿qué podemos hacer para que los alimentos nos duren más? Estas son algunas de las preguntas que nos vienen a la cabeza cuando llega la hora de guardar la compra en casa y queremos hacerlo de la mejor manera posible. Porque siempre resulta frustrante que los alimentos recién adquiridos se estropeen antes de que hayamos tenido la oportunidad de cocinarlos.
Hay algunos trucos que nos ayudarán a prolongar la vida útil de nuestros alimentos favoritos, desde frutas y verduras hasta leche y queso. No solo supondrán un ahorro en nuestra economía doméstica, sino que también evitaremos el desperdicio innecesario de alimentos y, además, reduciremos el riesgo de intoxicación alimentaria.
Un problema que, según datos de un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a una de cada diez personas en todo el mundo que se enferman cada año tras ingerir alimentos contaminados. Una de las razones más habituales es el mal estado de los alimentos fruto de una mala y excesiva conservación. Y es que, de acuerdo con el mismo informe, más de 200 enfermedades están provocadas por consumir alimentos contaminados con bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas como metales pesados. Y gran parte de ello se debe a un almacenamiento inadecuado.
Conservar los alimentos en casa no es difícil siempre y cuando tengamos en cuenta algunas premisas fundamentales y nos olvidemos de que algunos son más vulnerables al deterioro que otros. Los de mayor riesgo son los pescados, lácteos, cárnicos u ovoproductos por su alto contenido de nutrientes; los de riesgo medio son las frutas, legumbres, hortalizas, tubérculos, jaleas o productos de panadería.
En cambio, en el otro lado de la balanza, encontramos los de riesgo bajo como los cereales y sus derivados por su baja actividad de agua, el café, las grasas y aceites o el azúcar.
Al hablar de conservación de alimentos debemos tener en cuenta varios parámetros, entre los que destacan el binomio tiempo-temperatura. El tiempo fija la presencia de patógenos ya que, cuanto más tiempo esté un alimento a temperatura ambiente, más rápido se deteriora. La temperatura multiplica o retrasa la contaminación y proliferación de patógenos.
El truco consiste en comprender cómo reaccionan los distintos alimentos a la luz y la temperatura y almacenarlos bien. En la despensa, las condiciones de almacenamiento deben ser secas, frescas y oscuras a temperaturas no superiores a los 20ºC –si son superiores se acelera el deterioro de los alimentos–. Debemos tener en cuenta que los productos que se conservan mejor a temperatura ambiente necesitan circulación de aire, de ahí que las bolsas de plástico no sean la mejor opción.
¿Qué alimentos podemos poner en la heladera? Cerezas, uvas o melón, por ejemplo. Algunas frutas como los duraznos, damascos y las peras debemos dejarlas madurar en la mesada y después refrigerarlas, pero no más de cinco días. Los espárragos, pimientos, brócoli, coles de Bruselas, apio, pepinos y rábanos también deben ir a la heladera, que se mantendrán en buen estado de tres a cinco días.
Al contrario que los alimentos de la despensa, la mayoría de los productos refrigerados se mantendrán más tiempo si están bien sellados, lo que permite que retengan más humedad y, además, evita que se deshidraten.
Pero hay algunos alimentos con ciertas particularidades que no podemos pasar por alto: