‘SCONES’ DE QUESO Y TOMATES SECOS

Crecí comiendo los (maravillosos) scones de mi abuela, y de pequeña nunca pensé que existían más allá de los que hacían sus manos. Aunque no he encontrado unos mejores por ahí, con el paso de los años descubrí que no eran invención suya, sino que son típicos del recetario escocés, en el que a veces incluyen también uvas pasas o arándanos. Con frecuencia, este panecillo de pequeño tamaño –normalmente en formato individual– suele estar presente a la hora del té, se sirve templado y se corta por la mitad para untarlo con mermelada y clotted cream, una nata muy densa que se obtiene de la superficie grasa que se forma en la leche de vaca al calentarla.

Tal es la tradición de esta merienda donde los scones son protagonistas que recibe un nombre particular: cream tea. Pero esta vez no vamos a seguir con esta costumbre, sino a tomarla como punto de partida, ya que -como casi todas las masas básicas de la pastelería o panadería-, puede ser modificada para añadirle los ingredientes que a uno le plazca. Esta vez convertimos al scon en un pan salado al añadirle queso –los cheese scones también son bastante populares– y tomates secos.

A la hora de prepararlos es importante no amasar la masa sino simplemente trabajarla hasta unir sus ingredientes, de lo contrario quedarán unos scones con los que podrás construirte una casa. Asimismo es importante trabajar con cierta rapidez para evitar que la mantequilla se funda. Al incorporar la mantequilla fría, lo que nos interesa es que queden pequeños trocitos de la misma, que en el horno se fundirán, crearán vapor y formarán pequeños agujeritos dentro del scon, dotándolo de esa textura quebradiza característica.

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