Justo cuando pensabas que tu amor por la picada y la pizza estaba destinado a desaparecer por culpa de la intolerancia a la lactosa, aquí viene una buena noticia: ¡todavía hay esperanza para disfrutar de estos manjares!
No todos los quesos son iguales, y algunos contienen significativamente menos lactosa que otros, lo que los convierte en una opción viable para aquellos con intolerancia a este tipo de azúcar que contienen ciertos lácteos.
La intolerancia a la lactosa varía de persona a persona. Algunas personas pueden tolerar una cantidad considerable de lactosa antes de sentir síntomas, mientras que otras pueden experimentarlos incluso después de consumir una pequeña cantidad.
Los mejores quesos para las personas intolerantes a la lactosa son los quesos añejados y duros, ya que contienen menos lactosa que los quesos frescos y blandos, según Dana Hunnes, dietista registrada en el Centro Médico Ronald Reagan, UCLA.
Esto se debe a que cuando el queso se cultiva, los cuajos (las partes sólidas de la leche) se drenan del líquido que contiene suero, y este suero contiene la mayor parte de la lactosa, explica Allison Childress, dietista registrada y profesora asistente en el departamento de ciencias nutricionales de la Universidad Tecnológica de Texas.
Childress señala que cuanto más tiempo envejece el queso, menor será su contenido de lactosa, ya que a medida que el queso envejece, la lactosa se convierte en ácido láctico.
Según Hunnes y Childress, estos son algunos tipos de queso con la menor cantidad de lactosa:
Cuando se trata de elegir quesos y eres intolerante a la lactosa, es esencial conocer cuáles son aquellos con mayor contenido de este azúcar. Según Childress, experto en el tema, acá te presentamos algunos tipos de quesos con los niveles más altos de lactosa:
Estas opciones tienen más lactosa porque, cuando el queso es procesado, suave y no está envejecido, no pierde tanta lactosa en el proceso de elaboración como lo haría un queso duro y añejo. En estos casos, la lactosa no tiene la misma oportunidad de convertirse en ácido láctico, como lo haría en un queso añejo. Además, en comparación con los quesos duros, puede que no se drene tanta proteína de suero, dejando más lactosa detrás.
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